CORPIÑO

Corpiño o corsé.

Esta prenda de vestir ha experimentado una fascinante evolución a lo largo de la historia. Originario del Renacimiento en Europa, se popularizó en los siglos XVI y XVII. Al principio, era una prenda confeccionada con ballenas de ballena o hueso de ballena, y su propósito era moldear y realzar la figura femenina, destacando la cintura estrecha y el busto.

A medida que avanzó el tiempo, los corsés evolucionaron en diseño y materiales. En el siglo XIX, con la Revolución Industrial, se empezaron a fabricar en serie con acero y broches. Durante la era victoriana, la tendencia era conseguir una figura de reloj de arena, lo que llevó a corsés más ajustados y estructurados.

En el siglo XX, con la liberación femenina y los cambios en la moda, la popularidad del corsé fluctuó. En la década de 1920, la moda flapper favoreció una figura más recta y menos estructurada. Sin embargo, en la década de 1950, con la influencia de figuras icónicas como Marilyn Monroe, el corsé experimentó un resurgimiento, destacando las curvas femeninas.

Hoy en día, el corpiño ha evolucionado hacia formas más cómodas y versátiles. Aunque ya no es una prenda diaria para moldear la figura, se utiliza como elemento de moda y lencería.

Las mujeres optan por corsés estilizados, como tops o corpiños, como parte de conjuntos de lencería o como prendas de vestir exteriores que realzan la feminidad y la sensualidad.

En la actualidad, se usa el corpiño no solo como una prenda funcional sino también como una expresión de estilo y empoderamiento. Las mujeres eligen corsés que se ajustan a su comodidad y preferencias estéticas, ya sea para ocasiones formales, atuendos casuales o para sentirse seguras y atractivas en su día a día. La historia del corpiño refleja no solo la evolución de la moda, sino también los cambios en la percepción de la belleza y la autonomía femenina.