El sexo y el arte de dominar para someter en el BDSM, se han puesto muy de moda últimamente. Es un entretenimiento, un fetiche y una manera de dotar al acto sexual con adrenalina.
BDSM es un término que se originó en los años 90. Desde entonces, mucha gente ha incorporado su uso en la vida sexual.
Se trata de prácticas sexuales consensuadas, que implican bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo.
No se puede negar que el BDSM, se ha erigido como un estilo de vida. Muchas parejas hoy en día, presumen esta modalidad de erotismo.
Para esto, es necesario que existan 2 roles claramente definidos en esta práctica, el rol de dominante y el rol de sumiso.
El rol de dominador en el BDSM
Estas prácticas sexuales no son más que, un simple un juego de roles. Bajo un mutuo consenso, alguien acepta ser el “esclavo o sumiso”.
Para que esto suceda, la otra persona debe encarnar el papel de “dominador”. Se trata de un pacto que garantiza el entretenimiento erótico.
¿Qué hace el dominador? Se trata de quien toma la iniciativa y el control asume la dominancia del desarrollo de la sesion erotica. Es la persona que hace el papel de amo, el que restringe al otro y lo controla o domina.
Por ende, es muy importante saber cumplir con este rol. ¡Conlleva creatividad! Un buen BDSM, requiere de un dominador interesante.
Por lo antes dicho, si quieres ser un dominante en estas prácticas sexuales, requieres de algunos consejos y tips sexuales.
Un dominador en el BDSM, debe saber controlar la situación, pero también mantener la adrenalina y el erotismo a millón.
¿Cuáles consejos se puedan mencionar para cumplir esta función de dominar? En primera instancia, debes conocer las tácticas de bondage más comunes. También, debes usar juguetes sexuales adecuados e interpretar el rol de manera convincente.
Las principales tácticas de dominación en el BDSM
Para ser un buen dominador, hay que usar varias estrategias. La idea es lograr que la pareja sienta a plenitud la sensación de sumisión.
Recuerda, que nunca hay que exagerar y maltratar a la pareja. No obstante, tampoco hay que ser un dominador tímido e inconvincente.
Lo ideal es que la pareja se conozca. El BDSM es un juego que incluye mucha psicología. Debes conocer a quien hace el papel de sumisión, saber sus fetiches, indagar en los tipos de “torturas y castigos” que le causen placer.
Algunos tipos de estrategias de BDSM son las siguientes:
Atar con cuerdas
También conocido como “shibari”, es la estrategia más común. Consiste en inmovilizar al sumiso, de manera que se sienta controlado.
Lo más habitual, es amarrar las manos. También, hay algunos nudos usados para amarrar todo el cuerpo.
Usar esposas
Es otra manera de inmovilizar a la pareja. En este caso, se usan unas esposas para atrapar las muñecas de la persona.
La privación sensorial
Consiste en poner vendas en los ojos de la persona. De esa manera, se estimulan otros sentidos, como la vista y el olfato.
Igualmente, se puede amarrar la boca para incrementar la sensación de esclavitud, evitando la estimulación de los labios, para así centrarse en la piel.
Golpes y castigos adecuados
Es la parte de mayor cuidado del BDSM. En este caso, se usan látigos y fustas de dominancia, correas y juguetes (succionador de vacío para pezones, por ejemplo).
La idea es dar un poco de dolor o sensaciones intensas, que estimulan los sentidos. Parece algo peligroso, pero las parejas lo pueden hacer con las típicas nalgadas durante el acto sexual, sin pasarse del límite.
Juguetes de adrenalina
Algunas prácticas sexuales usan cuchillos que se frotan sobre la piel, de manera que se sienta un poco de escozor. También hay quienes usan velas y dejan caer algunas gotas de cera derretida, sobre la piel de su pareja.
Para ser un dominador en el BDSM, se necesita de mucha creatividad. Además, usar las técnicas antes mencionadas con prudencia y no todas a la vez.
Hay sumisos que solo quieren ser atados. En cambio, otros si van más allá y desean experimentarlo todo. Incluso el uso de columpios eróticos es una práctica habitual en las parejas que se introducen en este basto mundo.
Nunca olvidar el rol y el ritual del dominador
El BDSM implica una buena dosis de histrionismo o imitación. Si quieres ser un dominador, no puedes simplemente amarrar a tu pareja y castigarla.
Necesitas un ritual, inventarte un personaje. Por eso, debes pensar por un momento en la siguiente pregunta: ¿qué papel es ideal para dominar?
Por ejemplo, puedes disfrazarte de policía o de carcelero. Otro fetiche frecuente, es el médico que abusa de su paciente.
También, el de profesor y la mujer disfrazada de colegiala. Incluso, hay fetiches de religiosos que atan a las monjas y las usan como esclavas sexuales.
En dado caso, lo importante es crear un “ritual”. La habitación del BDSM debe estar muy bien ambientada.
Hay que tener una clase de libreto flexible, e donde el dominante y el sumiso interpretan diversos personajes. De esa manera, el acto sexual se torna mucho más divertido.
Lo ideal es que el dominador sea quien proponga el fetiche a interpretar. También es importante el factor sorpresa.
No le digas al sumiso todo lo que van a hacer. Guarda algún secreto, algún acto que vayas a realizar de imprevisto y que haga que el BDSM aumente notablemente el placer.
Consejos finales para ser el mejor dominador en el BDSM
No puedes ser un dominante con timidez. La lujuria, el deseo y la iniciativa, recaen sobre tus hombros.
De hecho, el éxito de una sesión de BDSM, depende del dominador. El sumiso es quien experimenta lo que el dominante ejecuta. ¡Así de simple!
Por otra parte, debes saber qué le gusta a tu pareja. También, tener cierto toque de terror. De antemano, es un juego de roles, pero el sumiso debe sentir algo de inquietud.
Un buen truco es amarrar a tu pareja y luego vendarla. Posteriormente, la dejas sola y no hablas por unos minutos, hasta que comiences con la acción.
Recuerda que debes considerar siempre el respeto, el BDSM también tiene ciertos límites. Un dominador sabe hasta dónde debe llegar.
La idea es que la persona que hace el rol de sumiso, se sienta cómodo y desee repetir la experiencia. A fin de cuentas, el sexo es algo lúdico que alegra el espíritu.